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Podemos definir Accesibilidad como el conjunto de características de que debe disponer un entorno, producto o servicio para ser utilizable en condiciones de confort, seguridad e igualdad por todas las personas y en particular, por aquellas que tienen alguna discapacidad.

La accesibilidad puede entenderse en relación con tres formas básicas de actividad humana: movilidad, comunicación y comprensión; las tres sujetas a limitación como consecuencia de la existencia de barreras.

Se entiende que la accesibilidad universal incluye la idea de concebir sin barreras todo lo que se crea o diseña nuevo (en este sentido es similar a la idea de Diseño para Todos); pero también incorpora la adaptación progresiva de lo que ya se ha realizado con barreras.

El adjetivo “Universal” alude a que la condición de accesibilidad se debe extender a cualquier bien, proceso, servicio o dispositivo, sin excepción, y que todos, sea cual sea nuestra edad o condición, debemos estar considerados en ella.

En cambio, la supresión de barreras es un concepto más limitado que se refiere exclusivamente a aquello que habiendo sido concebido inicialmente con barreras es preciso posteriormente adaptar o modificar, lo que no garantiza una solución óptima ni una consideración global de las necesidades de accesibilidad.

A lo largo del desarrollo vital, una persona tiene que cumplir importantes roles dentro de la comunidad; sin embargo, hay algunas personas con discapacidad que, al intentar cumplirlas, se topan con una serie de barreras, externas a la propia persona, que impiden dicho fin.

La falta de acceso y las barreras presentes en el entorno condicionan la participación social y, en consecuencia, el ejercicio de las libertades fundamentales (derecho a la educación, derecho al empleo, los servicios sociales y sanitarios, derecho a la cultura, a la integridad personal etc.) en mayor medida que las propias limitaciones funcionales.

La demanda de unos espacios habitables y accesibles es un requisito que vincula por igual a todas las clases sociales. Esta exigencia precisa la combinación de unos planteamientos constructivos de accesibilidad y las posibilidades de las nuevas tecnologías.

Se requiere dar un salto cualitativo de la accesibilidad que no es otra cosa que pasar de una situación actual en la que las personas se han de "acomodar" al entorno, padeciéndolo a veces con enormes dificultades, a una nueva situación en la cual sea el entorno el que se disponga en función de las necesidades y requisitos de las personas. Se trata de una percepción sensible, para una ciudad humana, pensada para todas las personas.

Tenemos que hacer posible la implantación de una verdadera estética arquitectónica que logre escenarios de convivencia y comunicación bellos, agradables y funcionales y que lo sean para todos.